Tengo grabado en mi memoria el día que conocí a (mi futuro amigo) Paco Elvira. Me lo presentó Carlos Bosch en El Periódico y para mí ya era uno de los referentes fotográficos de aquel momento. Nos hicimos y siempre fuimos amigos. Me podía llamar para comentar las últimas novedades técnicas o para decirme que había hecho un plato nuevo y que viniese a cenar para darle mi opinión como si yo fuera un crítico gourmet. Algunos domingos, se dejaba caer por casa a tomar un café después de visitar a su madre en la calle Mandri y a veces venía acompañado de su hija Andrea .
Cuando se casó con Yolanda les hice las fotos de la boda. Tan jóvenes, tan niños. Paco era la ternura personificada, por su carácter y por ese físico aniñado. A él, le daba rabia tener cara de niño, pero a medida que se hacía mayor, empezó a no importarle tanto y cogerle el gusto cuando le quitaban unos cuantos años.
Una vocación que se convirtió en profesión
Mientras estudiaba Económicas, Paco ya tomaba fotos. Era un buen fotógrafo aficionado revelando en el cuarto oscuro de su casa.
Durante la carrera, al final del franquismo, las protestas estudiantiles eran continuas y Paco documentó las manifestaciones y las cargas de los grises. Incansable por naturaleza, se convirtió en reportero gráfico y, cuando el 25 de abril de 1974 empezó la Revolución de los Claveles, decidió vender su Seat 600 y viajar a Portugal.
Siempre decía que para él ser fotógrafo era una manera de vivir. No concebía su vida sin imágenes tamizadas a través de su objetivo: «Hay que saber trabajar la luz y el encuadre».
En el momento que vendió los reportajes que hizo sobre la revolución portuguesa reflejando la vida de los soldados y de la gente en la calle, decidió que se dedicaría profesionalmente al periodismo y al reportaje fotográfico.
Después vendrían sus viajes a Irlanda del Norte.
Paco Elvira y Xavier Vinader: un tàndem, dos amigos
Fue testigo directo de la Transición española. Trabajaba para el Grupo Z y con su amigo, el periodista Xavier Vinader, realizó comprometidos reportajes sobre la ultraderecha y ETA que publicaron en las revistas Interviú y Primera Plana.
Dos hombres y un pueblo
A finales de 1979, el periodista Joaquim Ibarz escribía en el Tele/eXpres: “Para Paco Elvira la historia de la fotografía no puede ser únicamente el progreso de una técnica: también es inseparablemente una historia social y política. Uno de los más brillantes exponentes del nuevo periodismo gráfico ha montado en la Sala Spectrum una exposición de 44 fotografías tomadas en un reciente viaje a China”.
Elvira retrató una China desconocida por nosotros. Sus imágenes sobre la vida cotidiana del pueblo chino y mongol desprendían ternura. Al mismo tiempo, describían cierta crudeza por las dificultades del día a día pero siempre reflejando la dignidad sus personajes.
La fotografía elegida para el cartel que anunciaba la muestra fotográfica mostraba las caras de sorpresa de los habitantes de Hanbin, una pequeña localidad en el centro de China. Y es que los habitantes de ese pequeño pueblo cesaron todas sus actividades y salieron de sus casas para recibir a Vinader y Elvira mientras les hacían un pasillo. Fue la primera vez que aquellas personas vieron a dos hombres occidentales.
Granada soñada
“El pueblo chino es muy hospitalario, parecen cerrados , tal vez por la dificultad del idioma, pero no es así, nos han tratado muy bien”, comentaba Paco. «Hemos estado en sus hogares comiendo y durmiendo juntos, hemos compartido cariño e intimidad».
Y añadía: «En una ocasión mientras cenábamos, un grupo de mujeres y hombres, empezaron a cantar canciones y a bailar, fue una sorpresa maravillosa; después de las actuaciones, nos miraron y preguntaron si no íbamos a cantar o bailar… Era como un intercambio cultural. Vinader y yo nos miramos y les hicimos entender que nosotros no teníamos costumbre de bailar, y que tampoco cantábamos. Las caras de decepción fueron tremendas y, me acordé que cuando era pequeño siempre cantaba Granada. Y entonces venciendo mi timidez empecé a cantar a pleno pulmón:
Granada, tierra soñada por mÍ
Mi cantar se vuelve gitano cuando es para ti
Mi cantar, hecho de fantasía
Mi cantar, flor de melancolía
Que yo te vengo a dar…
Estaba rojo por la vergüenza y por el tono, que empecé muy alto”
El profesor soñado
Además de estos cantares, Paco Elvira ejerció de profesor de Fotografía en la Facultad de Periodismo de la UAB y de Géneros y Edición fotográfica en la UPF. Mantenía ese carácter juvenil y no sólo enseñaba sino que también aprendía de sus alumnos nuevas visiones, opiniones y sobre todo nuevas tecnologías.
Paco Elvira, un fotógrafo 2.0.
Empezó a publicar un post personal, Paco Elvira, diario de un fotógrafo profesional. Hablaba de temas de actualidad, recetas de cocina -invitaba a comer a su casa a los amigos a probar clásicos platos de las recetas de su madre o un nuevo plato con ingredientes recogidos de la experiencia en sus viajes- , pero no abandonaba la técnica fotográfica o temas del momento.
En uno de sus últimos posts hablaba sobre el fenómeno Street photophy y lanzaba al aire la pregunta sobre si el móvil acabaría sustituyendo a la legendaria Leica. Hoy sabemos que no ha desaparecido, sino que la legendaria Leica se ha fusionado con Xiaomi para crear un móvil con sus lentes.
Y es que Paco utilizaba su ventana de casa para abrirla al mundo y contar, a través de ella, lo que ocurría.
En los escritos de su blog era frecuente encontrar temas sobre aves y confesaba que era “un enamorado de las rapaces”.
Un día de mayo
Tal y como explica Mónica Tudela en un artículo que publicó en El Periódico, Un día de mayo es la novela que escribió Paco y publicó en 2011. Con detalles autobiográficos, cuenta la historia del periodista Marc Altés que trabaja en un diario en la Barcelona de 1992 e investiga una compleja trama de armas. Tirando del hilo, viajará por varias partes del mundo como Marbella, Irlanda del Norte, Macedonia y Hong-Kong, lugares que Paco Elvira recorrió en sus años de profesión. “Me tocó vivir la época dorada del periodismo y, a mi manera, he querido rendir un homenaje a ciertas personas. La obra, sin embargo, es crítica con la situación de la profesión”, dijo Paco para el artículo.
En la novela unos contrabandistas esconden las armas en una gruta llamada “La Falconera”, en el Massís del Garraf. Escondida bajo un acantilado conocido popularmente por los escaladores como la Via Ferrata, este tiene unas vistas preciosas al Mediterráneo. Un acantilado que Paco conocía.
Un día de marzo
Muy satisfecho por la acogida de su novela, Paco estaba pensando en escribir la continuación de las andanzas del periodista Marc Altés.
Buscaba nuevos escenarios pero por razones del argumento quería que los traficantes de armas volvieran al Garraf. Así que un día de marzo, concretamente el sábado 30 de 2013, Paco volvió al acantilado de La Falconera.
Tal vez la confianza de conocer el paraje y el exceso de viento fue la causa del fatídico accidente. Maldito viento.