Occidente ya celebró la entrada del 2023 el 1 de enero. Y aunque parezca que todos vamos a uno, el gran Dragón, China, lo celebra con la salida de la luna nueva tras el solsticio de invierno. Cada año tiene una fecha distinta aunque siempre es entre el 21 de enero y el 20 de febrero.
A diferencia de nuestro calendario, el gregoriano, el chino se rige por las fases lunares, de ahí que el inicio del año varíe.
Un horóscopo diferente
Para aquellos a quienes les gusta la astrología, hay que saber que el calendario chino está compuesto de doce animales: rata, buey, tigre, conejo, dragón, serpiente, caballo, cabra, mono, gallo, perro y cerdo. A cada animal le corresponde un año, así que deben pasar 12 años para volver a empezar.
El horóscopo chino clasifica a las personas por su año de nacimiento con un animal y también asigna un elemento de la naturaleza: metal, madera, agua, fuego o tierra.
La celebración del año chino concluye con el Festival de las Linternas, que se realiza por la noche con desfiles y exhibiciones de linternas decoradas y el famoso Baile del Dragón.
Este año 2023 es el año del Conejo, que ocupa el cuarto lugar del zodiaco y coincide con el elemento del agua. Todas las personas nacidas este año serán personas ingeniosas, prudentes, vigilantes y de gran velocidad mental. Todo un reto para este año.
El año nuevo chino en el Inout Hostel
Como cada año, La Fourchette de Collserola, el restaurante del Inout Hostel, también celebra el nuevo año chino y lo hace por todo lo alto para homenajear a unos trabajadores de la “China profunda” que tuvieron como huéspedes hace unos años y se convirtieron en amigos.
Para aquellos que no lo conozcan, el Inout Hostel no es un hotel cualquiera, es un albergue tutelado por una organización sin ánimo de lucro (Icaria Iniciatives Socials) donde el 90% de sus trabajadores tienen algún tipo de discapacidad, mayoritariamente intelectual.
¿Y cómo es que un albergue ubicado en el Parc Natural de Collserola, celebre el año nuevo chino? En 2004, una empresa catalana quería instalarse en China, y para que los trabajadores supieran manipular las máquinas y el producto trajeron a una treintena a la fábrica de Barcelona durante tres meses.
Esos trabajadores no habían salido nunca de su pueblo y menos aún de su país. No hace falta que os diga que por supuesto no hablaban más que mandarín. Para ellos era todo muy extraño sin poder comunicarse, les costaba diferenciar a las personas occidentales, algo así como cuando nosotros vemos personas asiáticas y nos cuesta diferenciar su etnia o su país por su físico.
Cada mañana llegaba al Inout un autocar para recogerlos y llevarlos a la cadena de montaje de la fábrica. A las seis de la tarde, los devolvía y su cocinero les preparaba arroz para cenar. A los camareros del restaurante, les hacía gracia ver cómo llegaban para cenar todos juntos, recién duchados, bien peinados y en pijama.
Ya sabéis que el roce hace el cariño y poco a poco empezó una bonita relación entre los huéspedes chinos y los trabajadores del Inout. La comunicación era por signos o bien se les llevaba al lugar para explicarles lo que decían los jóvenes.
Del gallo al conejo
Una noche la rutina la rompió el más atrevido de los huéspedes. Pidió hablar con el jefe y, como pudo, explicó que se acercaba el año nuevo, el año del gallo.
Según el horóscopo chino, los gallos son personas complejas que parecen fuertes pero en el fondo necesitan la validación de sus seres queridos. Son serios en sus trabajos y directos y decisivos en sus acciones.
El joven les contó que para ellos era muy importante dicho día y que al estar tan lejos de su país y familia estaban añorados y que si lo celebraban les resultaría menos duro.
María José Pujol y Kika Sauquet, las dos personas que llevan el timón de Icaria Iniciatives Socials tomaron nota y se pusieron a trabajar de inmediato. Fueron a preguntar al consulado chino, a la Casa Asia pero no consiguieron lo que buscaban.
“Alguien con buen criterio nos aconsejó subir al metro de la Línea 1 y viajar hasta la estación de Fondo, en Santa Coloma de Gramanet, y que comiéramos en algún restaurante de ese nuevo Chinatown”, recuerda María José. Así lo hicieron. Entraron en tres restaurantes para probar diversos platos ante las miradas curiosas de los comensales chinos y al final se decidieron por uno. “Hablamos con Shufen Chen, la cocinera, y la contratamos con sus ayudantes y todos los cacharros y productos genuinos. Y hasta hoy sigue cocinándonos cada año. Ya es como de nuestra familia”.
Paralelamente, los alumnos mayores de la Escola d’Educació Especial Taiga improvisaron un dragón típico chino realizado con papel maché que danzó entre las mesas de los comensales espantando a los malos espíritus y dando la bienvenida al nuevo año del Gallo.
“El éxito y la emoción fue total, no se me olvidará la alegría de aquellos trabajadores chinos fuera de sus casas y sin sus familias, algunos lloraban y no paraban de darnos las gracias”, recuerda Maria José.
Desde entonces el restaurante del INOUT ha incorporado como homenaje la celebración del evento. Kika y María José explican que contratan artistas chinos, algunas veces cantan ópera y otras interpretan bailes típicos de su país y de ese modo “acercamos un poco la cultura de ese gran país al nuestro”, afirman.
Además, tienen la suerte que un amigo empresario les regaló un gran dragón chino auténtico “y nuestros chicos se disfrazan y le dan vida cada año”.
¡Feliz año chino, feliz año del conejo!