El 1 de enero de 2007 comencé un proyecto que consistía en realizar una fotografía cada día. 365 días, 365 personajes. Para darle algo más de entidad pensé que sería una buena idea que cada mes fuera encabezado por un artículo de 12 amigos escritores. 

Este trabajo personal y voluntario lo iba compaginando con la tarea diaria de la edición gráfica en El Periódico de Cataluña. Sentado ante la pantalla del ordenador, tenía poco tiempo para moverme y buscar personajes. Si por la mañana no había podido hacer la fotografía, mi fuente de inspiración era la redacción.

A Mercè Conesa la retraté el 5 de junio de 2007. Cuando acabamos la corta sesión fotográfica le pregunté si querría escribir un artículo dedicado a un mes y enseguida me dijo que sí: «Trio el mes d’abril, vaig néixer el 14 d’abril i això marca, soc republicana!”

Mercè Conesa, periodista de los que no tienen voz

También era una mujer feminista y comprometida. En el diario hacía información  de tribunales y con su amigo Josep Maria Huertas apoyaban asociaciones y colectivos de apoyo a presos, a inmigrantes, en general, a los marginados de la sociedad.

Una vez me pidieron que hiciese las fotos de la boda de un expreso, que se casaba con una chica sudamericana. Se habían enamorado por carta y después en persona. El concejal del barrio de Hostafrancs los casó y Josep Maria y Mercè fueron los testigos.

El colectivo LGTBI de Barcelona la premió en 1978 por el tratamiento  riguroso y respetuoso de sus informaciones.

En la imagen se ve a Mercè Conesa, Josep Maria Huertas y a Albert Aymamí bajo la nieve de Barcelona
Neu a Barcelona. Mercè Conesa, Josep Maria Huertas y Albert Aymamí. © Pepe Encinas

Maria Eugenia Ibáñez, amiga y compañera del diario, recordaba con nostalgia: “Fui la ponente cuando el Col·legi de Periodistes de Catalunya le concedió el Premio por su Trayectoria Profesional y fui de las últimas personas que la vio viva. Todavía recuerdo el té que me ofreció en su casa, lo animada que estaba. Le prometí que a la siguiente visita le llevaría un libro sobre el ferrocarril, tema que les interesaba mucho a ella y a su marido. Ya no tuve la ocasión de cumplir mi compromiso, pero al poco de su muerte se lo regalé a Bartomeu, su marido”.

Acabé mi proyecto pero nunca llegó a convertirse en libro ni a ver la luz. Sin embargo, aún conservo este tesoro que me regaló Mercè, un artículo inédito de esta mujer honesta, comprometida y apasionada del buen periodismo, defensora de los derechos de las mujeres y del periodismo hecho con una mirada femenina. Su mirada.

Abril se guarda en el mismo cajón donde se guarda el corazón

Las muchachas abandonan las bufandas y mudan el abrigo de paño y franela por la rebeca de punto. Ellos se desembarazan de los papeles de periódico que hacen menos gélidas las alpargatas. Las madres menguan las friegas de alcohol de quemar en las pantorrillas de sus retoños. La primavera se huele.

Es un día de abril de 1931. Los vencejos, esas aves que pasan el 90% de su tiempo volando, sobrevuelan calles y avenidas y su inconfundible reclamo chirría en los oídos. El lagarto abandona el agujero para disfrutar de los primeros baños de sol primaveral, mientras el urogallo pavonea por los claros de bosque para advertir que está en celo y los cervatillos se pintan de motas blancas para mimetizarse con las flores de los prados. Los espárragos se desparraman en el monte y los trigales se transforman en mares verdes donde la caricia del viento levanta armónicas olas. 

El buen tiempo de abril invita a acercarse a las calas rocosas de la Costa Brava para capturar el pulpo, que se multiplica en esta época, y para contemplar los alcornoques que engalanan el bosque mediterráneo. La Naturaleza se impone en primavera y este día, el 14 de abril de 1931, estallan otras muchas cosas más. El día 12 hubo elecciones municipales y por Catalunya y por toda España corre un vendaval de ánimos republicanos. Ayer, el día 13, se multiplicaron los rumores que pronosticaban el fin de la monarquía.

Y hoy, 14 de abril de 1931, los mozos con alpargatas y las mozas con rebeca vociferan, primero tímidos y después contundentes, gritos de ¡Viva la República!. A mediodía, todo se acelera. A las 13.30 horas, Lluís Companys, elegido concejal, iza la bandera tricolor en el balcón del Ayuntamiento de Barcelona. Varias horas antes, a las 6 de la mañana, varios ediles del ayuntamiento de la guipuzcoana Éibar ya habían proclamado la República. A las 14.15 horas, Francesc Macià, presidente de Estat Català, instaura la República Catalana como estado integrante de la Federación Ibérica desde la sede de la diputación provincial.

El estribillo de “La Marsellesa” resuena en todo el centro de la ciudad. Sobre todo en las Ramblas y el Paral·lel. A las 15.30 horas, en el Palacio de Comunicaciones de Madrid, ondea la tricolor. Trabajadoras y trabajadores salen a las calles convencidos de que el lastre de la monarquía toca a su fin. Piden justicia, pan y libertad. Alfonso XIII, el “cametes”, no tardará muchas horas en tomar un barco hacia el exilio. ¡Adiós zánganos! Haremos una sociedad justa, socialmente equilibrada y sin privilegiados que vivan a costa de los demás.

Retrato de la estatua de la República situada en la plaza de la República en Nou Barris, Barcelona.
Retrato de la estatua de la República situada en la Plaça de la República (antigua Pl. Llucmajor), en Nou Barris, Barcelona. © Pepe Encinas

Abril, no será ya sólo un nombre, ni un mes, sino un sinónimo de vida

Parece un sueño. España es republicana. Lo que algún país cercano logró en el siglo XVIII, ahora lo conseguirá esta península ávida de justicia social, de libertad, de pan para todos, de educación generalizada y de sanidad universal. Nunca habrá otro abril como éste que confirmará que los cambios de verdad suceden siempre en primavera. La Naturaleza lo dice y los humanos, sus aprendices, lo reproducimos.

Después llegará la noche, el invierno, la dictadura cruel y castradora. Pero abril y la primavera siempre retornan. Lo hicieron en Portugal, un día 25 de 1974, con claveles en las bocas de las armas. Y aún vendrá otro abril, el de la esperanza y la utopía. Ese en el que pueda culminarse la tarea que esbozó la Segunda República Española.

Y los ciudadanos, jamás súbditos, seguirán premiando a abril. Pondrán el nombre de ese mes a sus hijas. ¿Cual otro si no? No les iban a poner febrero u octubre. Quizá Junio en los países escandinavos y quizá julio en otras latitudes. Pero abril, nombre femenino, republicano y primaveral, identificará a las bebés que alegran y sentencian el futuro de sus progenitores.

Grupo de hombres y mujeres manifestándose a favor de la II República española.
Manifestación popular a favor de la adhesión ala República. 15 abril de 1931 © J.M. Sagarra_AFB

Además, abril, no será ya sólo un nombre, ni un mes, sino un sinónimo de vida. “Tiene 18 abriles”, dice. Y todos le entienden. Por el contrario, si se define una edad como “18 octubres”, el interlocutor pensará que el informante está averiado.

También es cierto que abril tiene su mala prensa. El “Titanic” chocó contra un iceberg un 14 de ese mes de 1912. Pero eso es pura casualidad. Lo real es que en abril hasta el hielo de las montañas estalla y el agua empieza a llenar ríos, acuíferos y embalses que sirven para abastecer de agua a campos y grifos. Y la vida reemprende su marcha. Los enjambres de abejas deambulan sobre las praderas floridas en busca del mejor lugar para establecer su colmena y los retoños de los jabalís y otras faunas corretean por los bosques bajo la atenta mirada de su madre.

Abril es un mes sin parangón. Femenino, republicano, revolucionario y pasional, pero sin los ardores del verano. El poeta Joaquín Sabina ya cantó el secreto de ese mes: “Abril se guarda en el mismo cajón donde se guarda el corazón».

Mercè Conesa murió el 3 de Febrero de 2009 a los 55 años víctima de un cáncer.

BlogMercè Conesa y la II República española