Hoy se celebra el Día Internacional del Pueblo Gitano, fecha que recuerda el Primer Congreso Mundial romaní-gitano celebrado en Londres hace 52 años. Aquel día de 1971 se acordó cómo serían la bandera y el himno gitano. La bandera es verde y azul, colores que simbolizan el cielo y el campo. En el centro hay una rueda de carro rojo que recuerda el camino desde la India y la libertad.
“Gelem, gelem”, en romaní “Anduve, anduve” es el nombre del himno gitano que hace referencia al carácter itinerante del pueblo gitano.
Koudelka Gypsies
El fotógrafo checo Josef Koudelka empezó como fotógrafo profesional haciendo fotos de la compañía checa Divadlo za branou y sus fotos se publicaban en la revista especializada de teatro Divadlo.
Mientras viajaba con la compañía teatral, aprovechaba y fotografiaba personajes de los pueblos que visitaban, sus costumbres y bailes del lugar. En esa época también empezó a retratar el estilo de vida de los gitanos de Checoslovaquia.
En 1963 Koudelka decidió dejar las fotos de teatro y trabajar en un proyecto personal documentando la vida y costumbres del pueblo romaní. Viajó con ellos y pasó largas temporadas en campamentos gitanos en ciudades del Este de Europa.
La Primavera de Praga
Era agosto de 1968 y Koudelka acababa de llegar a Praga de uno de sus viajes. Los tanques del Pacto de Varsovia invadieron Checoslovaquia y su capital. Josef Koudelka hizo fotografías de los enfrentamientos entre soviéticos y checoslovacos. Las fotografías se publicaron en las principales revistas pero sin firma. De ese modo, el fotógrafo evitó represalias para él y su familia.
En 1970 siguió con el proyecto de documentar la vida de los gitanos y consiguió un visado de tres meses para viajar al oeste de Europa.
Fue entonces cuando decidió no regresar a Checoslovaquia y pidió asilo político para instalarse en Londres. Durante esa época entró en la agencia Magnum y en 1975, el editor Robert Delpire publicó en París el libro Gitanos: el final del viaje.
Eva Perón, Barcelona y La Perona
Años antes de la celebración del I Congreso Mundial del Pueblo Gitano, en la Barcelona de 1947 y más concretamente en el barrio la Verneda, se formó un grupo de barracas de inmigrantes que venían de zonas de España y también romaníes.
Estas barracas se formaron tras la desaparición de las de Somorrostro y Montjuïc. La zona recibió el nombre de La Perona ya que, por puro azar, la creación del asentamiento coincidió con la visita a Barcelona de Eva Duarte, Evita. La Perona era el mote cariñoso como conocían a Evita, esposa del presidente de Argentina Juan Domingo Perón.
Casi 20 años después, en 1966, en La Perona había 1.000 barracas y una población estimada en 5.000 personas, en su mayoría de etnia gitana. En 1985 aún quedaban 55 barracas y no fue hasta finales del año 1989 cuando se derribaron las últimas. Llegaban las Olimpiadas y la ciudad tenía que estar bonita.
Muchos de sus habitantes fueron realojados en polígonos como la Mina, en Sant Adrià y aunque las barracas eran pisos, no fue más que otra forma de barraquismo vertical.
Esteve Lucerón, el Payo Largo
Uno de los fotógrafos que mejor captó la vida de La Perona fue Esteve Lucerón, el Payo Largo, como le apodaron cariñosamente los gitanos.
Le gustaba la fotografía, se había apuntado al CIF, una escuela dirigida por Albert Guspí en la calle Aurora, en el Raval. Lucerón aprovechó el cierre de la fábrica de motores eléctricos para lavadoras donde trabajaba para gastar parte de la indemnización y comprarse una cámara mejor.
Después de cinco años encontró trabajo como vigilante de los talleres ocupaciones que el Patronato Municipal de la Vivienda destinó para la reinserción laboral y social de los vecinos de las barracas.
Lucerón explicaba cómo empezó su proyecto de documentación de la vida de los gitanos de La Perona: “Les daba alguna clase y empecé a conocerlos. Día tras día pasaba y les hacía fotografías, retrataba la vida de la calle, siempre con respeto y dignidad a pesar de la pobreza. Al principio tenía mi casa en L’Hospitalet pero a los seis meses de empezar a hacer las fotos me instalé por la zona. Llevaba mi cámara Mamiya y no paraba de hacer fotografías. Cuando llegaba a casa las revelaba y al día siguiente volvía y les regalaba las copias. Así me los fui ganando. Pasaba días enteros con ellos pero nunca quise integrarme del todo. Les he fotografiado dentro de sus casas, en sus bodas, fiestas y velatorios… pero instalarme entre ellos, no, eso no lo hice”.
Queremos una vivienda digna
Como ya sabéis El Periódico de Catalunya daba mucha importancia a los temas sociales y realicé varios reportajes sobre la barracas del Campo de La Bota, las de Francisco Alegre y La Perona a finales de los 70 y principios de los 80. Sus habitantes estaban cansados de vivir en condiciones insalubres y buscaban una vivienda digna. Para un pueblo trashumante y acostumbrado a vivir en la intemperie era difícil conciliar un domicilio que se adaptara a su cultura.
El burro no se mueve del comedor
Está el caso de una familia que consiguió un piso en La Mina y subieron al burro al piso y luego el animal no quería bajar… pero aparte de la anécdota hay que decir que aspiraban a una vivienda digna.
Barcelona tiene una comunidad importante de gitanos catalanes y los podemos ubicar en tres grandes zonas. La primera es en el Raval, donde dicen que en la calle de la Cera nació la rumba. De hecho, Peret creció en esas calles. La segunda es en Hostafrancs, que quedaban a pie de las murallas de la ciudad. En este futuro barrio barcelonés proliferaron hostales para dar de comer y descanso a los que llegaban tarde y no podían entrar cuando estas se cerraban. Además, también surgieron los talleres que arreglaban las ruedas y los carruajes.
Y la tercera, está en Gràcia, donde existe una gran comunidad. Es el barrió que vio nacer y crecer al cantante y guitarrista Antonio González, El Pescaílla, aunque la fama le vino al casarse con Lola Flores.
Como hizo Esteve Lucerón, yo también les traté con profundo respeto y, como trabajé varios días, también les traía fotos y se ponían muy contentos. Estaban hartos de sentirse como una atracción de feria. Al ser periodista veían en mí a una persona con un altavoz, en este caso una cámara para denunciar su situación y mejorar sus condiciones de vida.
La Mina, barraquismo vertical
Josep Maria Huertas definió los bloques del barrio de La Mina de Sant Adrià de Besòs como barraquismo vertical. La mayoría de sus habitantes también eran de etnia gitana y también realicé varios reportajes.
Uno de ellos fue sobre la protesta de los maestros que daban clases a los niños. Pedían a la Conselleria d’Ensenyament un régimen especial sin ser tan estrictos en los horarios. Los maestros explicaban que los alumnos llegaban tarde y se dormían. Una de las razones era porque vivían en casas superpobladas y dormían en colchones en el suelo del comedor, pero no lo hacían hasta que se acababa la tele. No sé cómo lo harán ahora con tanta plataforma televisiva…. Hoy la escolarización de los niños y niñas gitanos sigue siendo complicada.
En un colegio retraté a Rosa. La niña estaba muy atenta a las explicaciones del maestro. Cuando vio que me acercaba sacó el plumier nuevo de flores y lo puso encima de la mesa para que lo fotografiase.
Una Semana Santa diferente
A iniciativa de unos cuantos creyentes, muchos gitanos se organizaron para realizar procesiones por el barrio el Jueves y Viernes Santo. Por supuesto que eran laicas, no por la falta de fe sino por la ausencia de la Iglesia, que no aparecía. Sin embargo, la Guardia Civil colaboraba con música de su banda y por obra y milagro (ya saben, Semana Santa), esos días todos eran colegas.
Podéis ver más fotografías en la galería de La Mina, en reportajes.