Hoy, 4 de marzo de 2023, hace 16 años que Josep Maria Huertas nos dejó.
Decía el fotógrafo Eugene Smith que “la fotografía podría ser esa tenue luz que modestamente nos ayudara a cambiar las cosas”. En el caso de Josep Mª Huertas deberíamos añadir también el periodismo.
No hace tantos años, en las redacciones de los rotativos los fotógrafos tenían siempre las de perder frente a los redactores a la hora de elegir cuánto espacio sería el dedicado a la información escrita y cuánto a la información gráfica. Las fotografías solían ser víctimas masacradas sin piedad por el redactor de platinas, a quien le resultaba más fácil recortar un trozo de foto indiscriminadamente y suprimir un cuarto de la instantánea para, de ese modo, no tener que cortar quince líneas de la columna que sobraban.
Afortunadamente, hoy los ordenadores justifican la longitud del texto y los editores gráficos garantizan que este tipo de situaciones no se repitan. Y, por supuesto, también hoy en día se valora más la información gráfica.
Un aliado de la fotografía
Cuando empecé en el diario Tele/eXpres, Huertas era redactor jefe y su visión sobre la noticia era distinta a la de muchos otros cargos responsables. Decía que “una información completa era aquella que compartía espacio junto a una fotografía.” Tal vez se acordaba de los reportajes que escribió en el Correo Catalán que los complementa con sus fotografías.
A lo largo de los años, constaté que esa “tenue luz” que desprendía Josep Mª Huertas la irradiaba en toda redacción donde trabajó. Coincidimos durante muchos años en El Periódico de Catalunya donde no sólo trató de cambiar la relación entre redactor y fotógrafo entendiendo que no son trabajos antagónicos sino cómplices, sino que también cambió algunos roles jerárquicos cuando a los redactores más jóvenes les daba la oportunidad de demostrar su valía.
De este modo, Huertas iba, modestamente, cambiando las cosas y creando escuela.
Periodista de calle más que redactor de mesa, Huertas intentó a través de sus artículos reflejar y denunciar lo que veía y lo que los mismos vecinos le contaban. Amante de su ciudad, Barcelona, recorría los barrios con un bloc de notas, un bolígrafo y una vieja cámara, una Zeiss-ikon de objetivo fijo de 50mm. Quizás influenciado por el neorrealismo italiano de Roberto Rossellini, Luchino Visconti o de Vittorio de Sica y su estética, Josep Maria fotografiaba la realidad urbana de los últimos años de la posguerra barcelonesa y metropolitana.
Huertas fotógrafo
Su mirada crítica hacía que documentara la crudeza y degradación de los barrios obreros de Barcelona y de las ciudades dormitorio de la época. Destaca una instantánea sobre un precario puente construido por un vecino con tablones de madera mal colocados para que los vecinos de Santa Coloma de Gramanet pudieran cruzar el río Besós y llegar al barrio barcelonés del Bon Pastor evitando, así, quedar aislados.
Barcelona fue cambiando con más o menos rapidez y el punto de inflexión fue la llegada de los Juegos Olímpicos de 1992. A finales de los años 80 y principios de los 90, Huertas no tenía tanto tiempo de pasear por las calles como hubiese deseado debido a sus obligaciones en las redacciones de El Periódico y El Diari de Barcelona, donde fue subdirector.
Sin embargo, su curiosidad infatigable y las ganas de respirar los cambios de la ciudad hizo que nos propusiera a su amigo Pere Mejías y a mí de realizar excursiones urbanas; al menos cada veinte días.
Rescatando a grandes fotógrafos
Y es que Huertas destilaba el oficio de periodista en cualquier cosa que hiciese. Tampoco nunca desdeñó la fotografía. De hecho, rescató del olvido a grandes fotógrafos como Eugeni Forcano, Ramon Dimas, Joan Colom o Josep Maria Sagarra.
Repasando sus negativos se encuentran imágenes sin foco, algunas sobreexpuestas, otras con encuadres muy similares, condicionados por su cámara de óptica fija.
Josep Maria no fue un fotógrafo con técnica depurada; era intuitivo y con una sensibilidad extrema que hacía que sus tomas tuvieran algo bueno. Sus fotografías estaban cortadas por el mismo patrón que sus textos: denunciar las desigualdades y las actuaciones abusivas por parte del poder y luchar a favor de los derechos de la democracia. Porque Josep Maria Huertas tenía una forma de mirar y de expresar la ternura de los fotografiados que hoy hace que esas imágenes documentales tengan un doble valor por reflejar una Barcelona en blanco y negro que más bien era toda negra.